AUDIENCIA DE CONCILIACION

 

8 hs. am

Congelándose en el pasillo, las partes esperan, un abogado y su cliente: una señora rubia y flaca, híbrida como una espiga de maíz sin granos. En frente una abogada con su cliente: cara de “play boy” venido a menos, con cara de preocupación.

Pasa la hora de la Audiencia, la media hora de “gracia” y siguen esperando.

Los abogados se miran con cara de pocos amigos –riesgos de la profesión- parece que fueran a divorciarse ellos. En realidad, se conocer por teléfono, de algunas llamadas conflictivas para tratar, sin éxito, de llegar a algún acuerdo para sus clientes. No logrando nada para los mismos y sólo enemistad entre ellos. Por fin llaman a la Audiencia.

10,45 AM

Entran por un angosto pasillo bordeado de expedientes en pilas desordenadas, se tropiezan con la puerta del despacho del oficial que está trabada y luego de engancharse la ropa con un clavo solitario que decora la despintada pared, se paran frente al escritorio desierto.

Por otra puerta aparece una chica joven de pelo largo y cara de aburrida.

  • ¡Siéntense!, nos dice secamente.

De un vistazo observamos que somos cuatro y sólo hay tres sillas.

  • El abogado con su mejor cara de nada, le dice a su colega: Doctora, siéntese Ud.

  • ¡Gracias!, dice ella. Cuando se sienta es rescatada por un brazo que le impide llegar al suelo con silla y todo.

  • ¿Se lastimó?, dice la voz del brazo que le ayuda a levantarse, es decir el brazo del abogado.

  • No, estoy bien (furibunda)

  • Los clientes sentados observan impacientes.

  • Bueno dice la Oficial Primero, esta es una audiencia de conciliación para ver a que acuerdo se pude llegar ya que…

  • (Interrumpe la voz de la mujer): ¡Ningún acuerdo!, vine porque mi abogado me lo pidió.

  • Oficial: Sería útil hablar tranquilamente para…

  • El hombre: ¿Con esta histérica?

  • La Mujer: ¿Histérica, yo?, Claro, mejor son las locas con que vos salís…

  • Oficial: Si ustedes se callan, yo les podría explicar que se podría llegar a un acuerdo sobre el reparto de los bienes.

  • El hombre: Yo, ya dije que le dejo la casa y también el perro.

  • La mujer: Bueno sería si…

  • Oficial: (evidentemente nerviosa) Y ¿sobre los bienes muebles?, que decidieron.

  • El abogado: mi clienta está de acuerdo con que puede ir a buscar su ropa y cosas personales.

  • La abogada: mi cliente no reclama nada de los bienes muebles.

  • La Mujer: ¡Eso es mentira!, quiere llevarse el paraguas.

  • El hombre: Es mío, lo compré en Mar del Plata, ¿te acordás?, cuando te llevé a vos y a la vaga de tu hermana de vacaciones.

  • La Mujer: No te lo permito…

  • El hombre: ¿Qué no me permitís, lo de vaga?

  • La Mujer: No, eso no. Que te lleves el paraguas, vos me lo regalaste.

  • El hombre: ¡No es verdad!. Pero si así fuera, te retiro el regalo.

 

Loa abogados, antes casi enemigos, se miran esbozando una resignada sonrisa de consuelo.

  • El abogado: Yo creo que teniendo en cuenta que el señor no reclama ningún bien, yo diría…

  • La Mujer: ¡No!, el paraguas, no.

  • La abogada: (al oído de su cliente) Señor sería mejor que cediera, por un capricho pueden empeorarse las cosas, su mujer no va a ceder. Y ya que no quiso bienes de mayor valor…

  • El Hombre: No se va a salir con su capricho, ¡es una loca!

  • La abogada: Tranquilícese, no debe perder la calma.

  • La mujer: Lo único que falta que quieras que te devuelva el camperón rojo también…

  • El hombre: ¡Eso! Ahora que me hiciste acordar, lo quiero.

  • La Mujer: Claro, para regalárselo a alguna…

  • Oficial: ¡Por favor!, voy a tener que suspender la Audiencia…

  • (a dúo) Los abogados: ¡No!, otra audiencia, no.

 

Se hicieron las 13,30 hs y la discusión por el paraguas no terminaba. Los abogados apoyados contra la pared, esperaban impacientes mirando a la empleada del Tribunal para ver cuando daba por finalizada la audiencia. La miraban como se mira a un árbitro esperando que dé por finalizado el partido de fútbol.

De pronto se escuchó la voz:

  • Oficial_ Bueno, ya que no hay posibilidades de arreglo, lean el acta y firmen. (Levantando sus ojos cansados hacia los abogados) dijo: Doctores, firmen acá, señalando el acta.

Primero la abogada, luego el abogado se despidieron de la extenuada Oficial, en silencio salieron al corredor.

El abogado: Señora, yo creo que…

La Mujer: No me hable.

La abogada: Señor me parece…

El hombre: Todas las mujeres son iguales…

 

Se abrieron las puertas del ascensor, el hombre y la mujer subieron juntos, los abogados quedaron afuera.

-El abogado: Doctora si Ud.,no lo toma a mal, la invito a tomar un café o un whisky, si lo prefiere.

La abogada: Mire Doctor, soy abstemia, pero hoy le acepto el whisky y…también el café.

14,20 PM

El abogado: Dra. No quisiera decirle esto, pero ya no funciona el ascensor. Son más de las 14 hs.

  •  

-La abogada: (con un pie apoyado en su otra pierna al estilo flamenco) Bueno, vamos por la escalera total sólo son nueve pisos.

El abogado: ¡Vamos!

 

Y lentamente fueron descendiendo, llegaron a la calle y se encaminaron a una Confitería.

 

15 hs.PM

Pasaban dos peones de albañil llevando un tablón y al verlos tan bien vestidos dijeron:

  • Mira Pepe, estos sí que la pasan bien, empilchaditos, con guita…

  • Y bueno Ramón, ellos son abogados, pá eso estudiaron.

  • Que le vamos a hacer así es la vida.

  • Y así es, hay quien tiene suerte…

  • Así es…

  • Ramón ¿Qué hiciste esta mañana?

  • Nada, estuve con la María y los chicos. Tomé unos mates, almorcé y luego me vine pá acá, ¿y vos?

  • Nada, fui a encargar la carne pá el sábado, comí y después pá acá.

  • Que le vas a hacer Ramón, es la vida pobre…

  • ¡Hajá!

 

                                                                                                                              Saya Maabar

Dia de nota

 

Un leguleyo sobrio, de pequeños bigotes y enorme nariz, se aproxima a la puerta del Juzgado. Previo resbalón, ya que la tierra acumulada hace de traicionera alfombra de “bienvenida”, y luego de trastabillar con los dos escalones de mármol gastado, llega a la mesa de entradas del mismo.

Su sobretodo gris –otrora negro- por el polvo, hace juego con los muebles y el ambiente. Serio, espera mientras a través de los gruesos cristales de sus anteojos intenta observar si hay alguien detrás de las columnas de expedientes acumulados.

Porque, en rigor de verdad, voces y ruidos se escuchan pero nadie lo atiende. Tantea la mesa y apoya el maletín. Ante sus ojos empieza a dibujarse una figura y luego dos más. La figura se acerca y dentro de unos pantalones ajustados, alejándose sensualmente el pelo de los ojos, con un idioma que parece extranjero –mezcla chicle, desgano, chicle- le dice: Que necesita…; mientras tanto la otra figura indefinida, imagen con pelo rubio, entre hombre y mujer, sigue sin irritarse cosiendo un expediente, como si se tratase de Penélope esperando a Ulises, detenida en el tiempo, impasible.

-        Buenos días, Srta. Deseo ver “Gutiérrez Carlos s/Sucesión”

-        -Ella sin moverse siquiera: No está en letra.

-        Srta. No puede ser hace dos semanas que me vienen diciendo lo mismo.

-        Y ¿Qué quiere que haga?

-        No sé, ¿puedo hablar con el señor Juez?

-        ¡Imposible!, se casó.

-        Caramba!! Y ¿con el señor Secretario?

-        Fue al casamiento.

-        el Oficial Primero ¿se encuentra?

-        No sé (titubeando)

-        (a los gritos) Marta ¿Dónde está Felipe?

Marta: (a viva voz) Felipeee…..

Marta: (espacio de tiempo de por medio)

           Me parece que no está.

De atrás de un placard convertido en divisor de oficinas y caja fuerte, con cara de perro en siesta de verano, aparece un muchacho joven gordito que dice:

-        Felipe fue a lavar el coche.

-        Doctor, el Oficial no está.

-        Pero yo necesito saber que pasó en ese expediente.

-        Jorge ¿viste “Gutiérrez, Carlos s/Sucesión”

-        No, no lo vi.

-        Y yo que hago- dice el letrado acalorado-

-        Vuelva mañana.

-        Pero, ya perdí todo el día, van dos semanas y…

-        Yo no puedo hacer nada.

Una rata asoma sus bigotes de atrás de una pila de expedientes, da unos mordiscos al papel y aburrida, de la escena repetida, se da media vuelta y se va.

Marta sigue lentamente cosiendo el expediente, Jorge se desparrama en la silla de al lado.

Letrado: ¡Que barbaridad! Bueno, hasta mañana.

Empleada: Hasta mañana.

La empleada dirigiéndose a sus compañeros indignada: ¡parece mentira!, tienen problemas afuera y se la agarran con nosotros. ¡Hay que tener una paciencia!

Jorge: Todo lo que tenemos que hacer y encima aguantarlos –hay cada uno- Estirando la mano toma un expediente y lo mira de reojo, le hace señas con la cara a la otra empleada.

-        ¿Qué querés?

-        Este, está para poner en el casillero hace días…

-        ¡Ponelo vos!

-        Hay que piola…¡Bueno!

-        Pesadamente se levanta y lee en voz alta “Gutiérrez Carlos s/Sucesión” ¿no te suena?

Empleada: (con ira) ¡Que me voy a acordar!, son tantos, ¿guardalo querés?

-        Bueno, no grites (mirando la parte trasera de la chica del pantalón ajustado)

-        (mascando chicle) ¡Mira lo que hacés!, no te equivoques de casillero, va en la “G”…

-        (sigue mirando) Ché!!, no soy idiota, mientras tanto lo coloca en el casillero de la “F”, ya está, ¡listo!

No, no grito, pero después los reproches los tengo que escuchar yo. A propósito, que expediente dijo que buscaba éste que se fue, ¿Qué había que buscar?

Marta: (con los ojos muy abiertos) calla

Empleada: ¡Ah!, ya sé “Gómez, s/Ejecución”

Jorge: ¡No!, Jiménez s/ Sucesión”

Empleada: ¡Claro!, yo soy boba. Anotalo, sino mañana, cuando vuelva a pedirlo vamos a tener líos.

Marta: (de mala ganas) “Gómez s/Ejecución”, no me suena.

Empleada: Yo no lo recuerdo.

Jorge: (mientras mastica una medialuna) ¿Será de acá?...

                                       Saya  Maabar

 

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