Alguién dijo que las personas no mueren mientras permanezcan en el recuerdo de los que los amaron. Este es un lugar para recordar a aquellos que partieron pero que no se fueron y no se irán nunca...


 

Amanda Zanelli y Bernardo Reigosa, ellos ya no están con nosotros físicamente, pero sí en nuestro corazón. Amanda fué una profesora de piano, excelente ama de casa y madre. Bernardo un luthier y un sevidor público de la comunidad. Tan buen esposo que cuando Amanda partió, como siempre, la siguió para cuidarla. De ellos nació Roberto su hijo y su mejor creación. El encarna el amor a la familia, el respeto, el amor por el servicio a la comunidad y el Arte que le inculcaron ambos. Vivieron en Palermo, y viven en nuestro corazón. Si alguien desea hacer algún comentario o contar algo sobre ellos, aquí tienen su Rincón de los recuerdos...

Tata y abuelita como siempre las llamabamos. Pero sus nombres eran Adelaida Celestina Fessia  y María Magdalena Fessia de Filiberto. La Srta. Adelaida experta enfermera en Alergia y un ser humano tan dulce como la crema moka que hacía. La Sra. María trabajó toda su vida en el Mercado Inclán, tenía un puesto de lácteos, para dar de comer a sus hijos. Un ama de casa sensacional, ella con su hermana trasmitían esa  dulce sensación de estar seguros y protegidos. Siguen con nosotros, no se fueron, aquí tienen su lugar.

Si alguién los conoció, aquí esta el lugar para hacer llegar sus comentarios...¡Siempre en nuestra memoria!...¡Siempre en nuestro corazón!

 


 

Amanda Zanelli y Bernardo Reigosa, ellos ya no están con nosotros físicamente, pero sí en nuestro corazón. Amanda fué una profesora de piano, excelente ama de casa y madre. Bernardo un luthier y un sevidor público de la comunidad. Tan buen esposo que cuando Amanda partió, como siempre, la siguió para cuidarla. De ellos nació Roberto su hijo y su mejor creación. El encarna el amor a la familia, el respeto, el amor por el servicio a la comunidad y el Arte que le inculcaron ambos. Vivieron en Palermo, y viven en nuestro corazón. Si alguien desea hacer algún comentario o contar algo sobre ellos, aquí tienen su Rincón de los recuerdos...

 

 

Tata y abuelita como siempre las llamabamos. Pero sus nombres eran Adelaida Celestina Fessia  y María Magdalena Fessia de Filiberto. La Srta. Adelaida experta enfermera en Alergia y un ser humano tan dulce como la crema moka que hacía. La Sra. María trabajó toda su vida en el Mercado Inclán, tenía un puesto de lácteos, para dar de comer a sus hijos. Un ama de casa sensacional, ella con su hermana trasmitían esa  dulce sensación de estar seguros y protegidos. Siguen con nosotros, no se fueron, aquí tienen su lugar.

Si alguién los conoció, aquí esta el lugar para hacer llegar sus comentarios...¡Siempre en nuestra memoria!...¡Siempre en nuestro corazón!

 

 

Alguién dijo que las personas no mueren mientras permanezcan en el recuerdo de los que los amaron. Este es un lugar para recordar a aquellos que partieron pero que no se fueron y no se irán nunca..


 

Ese día…

 

Ese cuchillo gélido de la soledad que te cercena, a veces, levemente, y otras con una precisión quirúrgica.
Esos ojos que se ciegan porque no quieren seguir viendo el vació.
Esos labios que se aprietan con el sólo fin de no pronunciar palabras ante la certeza de no ser escuchados.
Cuantas lágrimas que se acumulan y no salen ante la seguridad de no ser entendidas.
Cuantas palabras no usadas temiendo que sean mal interpretadas. Y cuantas otras cuyo sentido ha cambiado para poder ser aceptadas.
Así, amistad, ya no significa dos manos extendidas para ayudar, ahora es conveniencia.
Así, lealtad, que irónico, sólo usada para discursos políticos y ya no como base de una palabra empeñada.
Así, Patria, sí con mayúscula, sólo recordada por nuestros ancianos, aquellos que llegaron apenas a la escuela primaria, los que llegaron; pero que aprendieron más que los que ahora llamamos profesionales. Dicha palabra ya no nos hace palpitar el corazón porque: también entró en desuso la palabra “emoción”.
También la palabra amor, ya no significa ese beso combinado con una mirada profunda, ahora es sinónimo de convivencia o de falso respeto a Dios.
Pero Dios, que no es una mera palabra, sino la palabra, es además todos los sentimientos que con ellos perdimos.
Y El está llorando, y también nuestros muertos, porque temen que también los olvidemos.
El llanto de Dios no hiere, sólo a aquél que lo comprende, él sólo quiere que con sus lágrimas se derritan nuestras máscaras, nos saquemos el antifaz y seamos realmente lo que somos: palabras mas sentimientos.
Pero, las máscaras son pesadas y resisten porque sus dueños las ayudan.
Pero, en ese vacío, los hombres no descubrieron aún a su peor enemigo, el tiempo, que pasa de largo y sigue sin detenerse.
La pregunta es…Cuándo llegue ese día… ¿en que forma le hablaremos a nuestros muertos?
                                                                                            Saya  Maabar

 

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